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Qué nos aporta estar en relación con caballos

Relacionarnos con caballos nos lleva en cierto modo a entrar en contacto con la naturaleza, por lo menos de manera indirecta. Aunque únicamente sea por alejarnos un rato de nuestra vida cotidiana en la ciudad, pegados al ordenador, y acercarnos a una realidad diferente.

Los caballos nos ayudan a relajarnos, ya que en la realidad en la que viven no existen las prisas y la falta de tiempo. Además nos ayudan a equilibrarnos energéticamente.

Montando a caballo realizamos ejercicio físico. Sí, nosotros también, no solo los caballos, como algunos creen… Montando se ponen en funcionamiento un montón de músculos que no se ejercitan en otros deportes, por eso es tan bueno complementar la equitación con otras prácticas como la natación y los deportes de equipo. Además este ejercicio al aire libre nos ayuda a desarrollar nuestro equilibrio y coordinación, muy necesarios para realizar esta actividad.

Al conjunto del caballo y jinete o amazona se le suele denominar “binomio”. Y es precisamente eso, dos elementos en equilibrio y dependientes el uno del otro. Por ello se puede considerar como una práctica de trabajo en equipo, el binomio debe entenderse para conseguir su objetivo. Y para que esto pueda llevarse a cabo es de vital importancia que el jinete o amazona sea un verdadero líder para el caballo. “A los caballos hay que convencerlos, no vencerlos”. Como son mucho mayores en tamaño que nosotros y tienen mucha más fuerza, tenemos que lograr que hagan lo que queremos por las buenas, no a la fuerza. Esto nos lleva a desarrollar nuestras capacidades de liderazgo, pudiendo luego aplicarlas en otras áreas de nuestras vidas.

Los caballos son animales muy sensibles y es recomendable, tanto para el jinete o amazona como para el caballo, desarrollar una relación anterior a subirse al caballo. Para ello en nuestras clases recomendamos que se acuda antes de la hora, para tener tiempo de cepillar y preparar al caballo con tranquilidad. Al estar encargado de este tipo de tareas, sobre todo los niños, aprenden a ser un poco más responsables, no solo de uno mismo sino también de otro ser vivo. Y empiezan a ser conscientes de la diferencia entre montar en bici, de la que se bajan y dejan aparcada hasta la próxima vez que quieran montar, o en poni, del que se tienen que preocupar de que este bien. Asistir a clases de equitación regulares, al igual que otra rutina, consigue forzar la voluntad, ya que los caballos necesitan las mismas atenciones aunque a nosotros no nos apetezca demasiado salir de casa porque parece nublado el día. Las clases bien enfocadas deberían plantear pequeños retos para los alumnos, para que con un poco de esfuerzo consigan superar sus miedos y alcanzar sus objetivos, ayudando así a la motivación personal de cada alumno, que luego podrá extrapolar a otras situaciones en su vida cotidiana.

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