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Sensibilización a las ayudas

La doma de un caballo consiste principalmente en desensibilizar al caballo a ciertos estímulos que les sean extraños, como puede ser estar atados, ponerles la montura o subirse en ellos. Aunque también se basa en sensibilizarlo a las ayudas, tanto naturales como artificiales, que hemos tratado en los posts anteriores.

En otras palabras, los caballos se les acostumbra a no responder ante aquellos estímulos a los que no queremos que sean sensibles y les hacemos reaccionar ante los que sí nos interesa.

El grado de desensibilización y sensibilización de un caballo dependerá del tipo de caballo que sea y para qué lo queremos utilizar.

Por ejemplo, un caballo de escuela, para niños o alumnos principiantes, no debería asustarse por casi nada ya que el mínimo movimiento extraño del caballo podría terminar en un accidente. Así estos caballos no pueden asustarse si un padre se acerca con un paraguas, si el alumno montado se quita la chaqueta o si ven unos niños corriendo.

Del mismo modo, este tipo de caballos, tampoco deberían ser muy sensibles a las ayudas. Es común que los alumnos principiantes pierdan el equilibrio y no utilicen correctamente las ayudas, por lo que puede llegar a ser peligroso que monten un caballo muy sensible.

En cambio, para jinetes o amazonas con un mayor nivel de equitación, los caballos si deberían ser más sensibles a las ayudas. Se consideran sensibles cuando las ayudas se aplican con la menor intensidad posible y el caballo responde rápidamente a ellas.

Los caballos suelen hacerse “sordos a las ayudas” con facilidad, cuando éstas no se aplican correctamente y los caballos pasan de mano en mano. Una manera sencilla de sensibilizar de nuevo a un caballo es mediante el siguiente ejercicio, en el que se trabaja la progresión en la intensidad de las ayudas.

Estamos con el caballo parado en un extremo de la pista, con las riendas sueltas, y le pedimos que salga a galope. Para ello:

  1. Se meten suavemente las piernas
  2. Si no responde, se presiona con mayor intensidad
  3. Y si tampoco funciona se utiliza la fusta hasta que salga al galope

Se sigue galopando hasta que el caballo quiera empezar a pararse, se pone al paso y acariciamos.

Repetimos el ejercicio hasta que al rozar con las pantorrillas el caballo salga al galope.  

Con este ejercicio el caballo irá saliendo a galope cada vez antes, sin tener que pasar por todas las etapas, hasta que al notar las piernas salga al galope. Así se habrá conseguido tener el caballo “al viento de la bota”.

Esto puede que sea necesario repetirlo en varias ocasiones los siguientes días, sobretodo si el caballo pasa por distintas manos. Pero es una manera muy efectiva de sensibilizarlos a las piernas.

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