Los caballos y ponis en estado salvaje viven en pequeños grupos o familias que están formados por un semental, unas yeguas con sus potros y otros caballos jóvenes que se quedan hasta que forman sus propias manadas.
Dentro de una manada de caballos o ponis, cada individuo tiene una posición marcada en la jerarquía. Y las peleas ocurren cuando uno quiere quitarle el puesto a otro.
Al ser animales gregarios, que viven en manadas, un caballo aislado puede llegar a sentirse solo. Incluso puede llegar a deprimirse. No es algo natural para ellos, por lo que debemos tratar de que estén acompañados. Si no puede ser con otros caballos, con otros animales como una cabra u oveja.
Cuando los caballos se llevan bien entre ellos, se asean unos a otros. Normalmente se colocan dos animales en paralelo pero en dirección contraria, de forma que se pueden rascar el uno al otro. Lo hacen con los dientes, dando como pequeños mordisquitos. Se rascan en el cuello o en la cruz. Esta es una forma en la que fortalecen sus lazos de amistad.
Dos caballos ráscandose entre ellos. Son Andaluz y Lluvia, dos de nuestros caballos de clases de equitación. Son caballos que durante el día están en box y por las noches se sueltan en grupo.
Además durante el verano, cuando hay moscas, se colocan en esta posición. Así uno mueve la cola espantando las moscas de la cabeza del otro y el segundo hace lo mismo quitándole las moscas al primero.
Los caballos tienen un lenguaje corporal muy claro que debemos saber interpretar para ver en qué disposición están.
Para interpretar su lenguaje corporal nos podemos fijar fácilmente en la posición de sus orejas. Las orejas hacia delante indican que el animal está interesado por lo que ocurre. Cuando giran las orejas de lado, indican que algo que está pasando les distrae. O las orejas hacia atrás y pegadas a la nuca, indican que tienen miedo o están enfadados. Y pueden amenazar con morder o cocear a otro caballo.
A veces, cuando detectan un olor extraño, pueden levantar el labio superior, rizándolo. De esta forma consiguen que pase más aire a través de su paladar, pudiendo así analizar el olor.
Pero no solo tienen un lenguaje corporal, los caballos también pueden emitir sonidos. Lo pueden hacer para llamar a otros o cuando están nerviosos.
Saber interpretar a los caballos es algo fundamental para reconocer cómo se encuentran y si están cómodos con lo que estamos haciendo o no.